Old Delhi – Día 2

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La sensación de hoy, sin palabras, no soy capaz de definirla en una frase, pienso en las imágenes y se me ponen los pelos de punta.

Nuevo día por delante, y hoy toca Old Delhi, si la nueva ya impacta, esta zona de la ciudad me ha dejado sin palabras, no podía parar de mirar a todos los lados con curiosidad y cierto miedo a la vez, estoy acostumbrada que la pobreza más profunda sea violenta y eso hace que tengas todos tus sentidos activados, pero aquí, de violenta no tiene nada, creo que más miedo tienen ellos de nosotros que al revés.

Siempre te dicen y te adelantan que cosas te vas a encontrar, pero personalmente no me lo esperaba tan así, calles repletas de gente tirada, que tan pronto te cortan la barba, que te venden unos tomates, que arreglan un motor de una moto, que duermen, que te limpian los zapatos o te venden pañuelos, pulseras y todo tipo de cosas, todo esto en un espacio de 15 metros seguidos, y así por todo el barrio, por llamarlo de alguna manera. El olor sigue siendo el mismo que describía al principio, incluso más acusado.
Mi sensación al recorrer sus calles era extraña, de impacto, no poder hablar, casi ni pensar, sólo alucinar y no a bien, si no a bastante mal.

Uno de los retos a superar hoy era coger el metro, que parece una tontería, pero no. Aquí van que no cabe una mosca en el vagón y en los pasillos, te chequean al entrar, pasas el bolso por un detector de metales y cuando ya consigues llegar al vagón, corre, sube y agárrate porque si no lo haces será muy posible que en la siguiente parada seas arrastrado fuera del vagón por la multitud.

Hoy hemos probado otro Rickshaw, esta vez a pedales, otra gran aventura porque parece que las motos y los coches te van a comer, se quedan a un milímetro de ti y notas su mirada fija, no entiendo como a cualquier conductor de estos no lo patrocinan y lo ponen en el tour de Francia o cualquier otra carrera de este tipo, estoy segura que los dejaría a todos detrás, sólo con el entrenamiento indirecto que tienen en su vida.

Como ya he dicho la pobreza llega a límites insospechados, niños solos pidiendo por la calle, gente durmiendo en cualquier lugar, entre la basura, en medio de una calle o en las escaleras de un edificio. Pero también ves a muchos otros con su puesto de comida, de ropa, de especias, arreglando un motor, o vendiendo agua, unos con una máquina de coser en el suelo, y los que he nombrado antes, aquí el trocito de economista que llevo dentro no puede evitar pensar que todas estas personas con su pequeño negocio al fin y al cabo, han sido emprendedoras en algún momento, o simplemente les ha tocado vivir así, heredar el puesto, sea de lo que sea, igual que los conductores de Rickshaw lo eligen, o les toca.

En nuestra realidad o en la mía mayormente te enseñan que para crear algo tienes que hacer un estudio de mercado, mirar que beneficios aportaría, cuanta inversión supone y muchas cosas más. Yo me pregunto, estas personas harán sus propios estudios, a su manera, o simplemente se pondrán a vender y ya esta. Nunca lo sabré… seguramente habrá de todo.

Momento de reflexión o de aceptación más allá de lo que creemos que sabemos.

Otra de las cosas que hoy me ha sorprendido pensar es que veo raro que una mujer conduzca un coche o una moto, me parece curioso cuando realmente estoy acostumbradisima a ello en mi día a día y aquí me sorprendo al ver a una.
Como puede cambiar las perspectivas de vista según en qué espacio y lugar te encuentres, es alucinante, llevo dos días aquí y cosas que el primer día me costaba comer o asimilar hoy ya las he tomado con más normalidad.


 “La sensación de hoy, sin palabras, no soy capaz de definirla en una frase, pienso en las imágenes y se me ponen los pelos de punta»


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